Antes de su quietud, cientos de muertos. En Belchite, ruinas viejas junto a un homónimo de poco más de 50 años, se siente el dolor que resquebrajó el pueblo en 1937, las lágrimas y la sangre de bandos enfrentados. El asedio de los republicanos fue cruel, pero los nacionales también descargaron su rabia. Hoy, tal y como quería un tal Fefé, sigue en pie, para vergüenza de unos y de otros, parte de este pueblo zaragozano en el que alguna vez rieron los niños. Y acongoja pensar en ello.
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